A la edad de seis años inicié mis estudios en el conservatorio profesional de danza de Málaga. Mi madre siempre dice que ya desde pequeña nací para moverme.
Estuve asistiendo hasta los 13 años, momento en que tras una revisión ordinaria en el colegio me detectan escoliosis en la columna vertebral y deciden ponerme un Corsé. Esto supuso estar durante tres años con el tronco inmovilizado 23 horas del día y sin bailar. Todavía recuerdo el primer día en el que pude salir a caminar sin él y experimentar una gran sensación de libertad, consciente de cada movimiento.
De nuevo retomé mis estudios de danza en el conservatorio con una gran determinación: ¡Quería ser bailarina!
En una ocasión uno de mis maestros espirituales, Jose Antonio Ortega, me dijo: “tu firma es la expresión del alma de una bailarina”. Así lo he sentido siempre.
Licenciada en Danza en la especialidad de Coreografía y Técnicas de Interpretación, me he pasado horas en ese mundo imaginario creando danzas para luego enseñarlas, impartiendo clases a niños, adolescentes, jóvenes y adultos, con los que junto a Natalia, hemos compartido grandes ilusiones a través de los Festivales de Danza que organizábamos, compaginando mi labor como docente y la danza a nivel profesional.
Al principio fue el flamenco y su fuerza, “La Lupi”, así se llama una de mis principales fuentes de impulso. Para luego deslizarme entre las aguas de la creatividad, destacando la influencia que tuvo el coreógrafo brasileño Tomé Araujo en mi forma de ver la Danza, adquiriendo una mayor libertad de expresión y pensamiento que luego se ve reflejado en mi trabajo personal.
Apasionada por el movimiento, tras un largo recorrido a través de las disciplinas como el flamenco, la danza contemporánea, danzas orientales y latinas, comienzo a interesarme por otras Técnicas Corporales como Método Pilates, formándome a nivel internacional por Polestar Education, dirigido por el Dr. Juan Vosco Calvo y el americano Brend Anderson del cual entre otros recibí formación.
Es con 34 años cuando me diagnosticaron cáncer de mama. La enfermedad supuso para mí “Una parada en el camino”, una oportunidad para ver más allá de lo cotidiano.
A dicha curación contribuyó la práctica de la Meditación, la que me fue transmitida de la mano de uno de mis principales maestros, Enrique Moya. Disciplina a la que cada día, durante seis meses que duró el proceso de quimioterapia, dedicaba un tiempo, sentada sobre unos almohadones en mi cama.
En cuanto a la experiencia reconozco: “La enfermedad para mi a sido un regalo. Poder instalarme en un estado de Gracia en donde aceptaba lo ocurrido como un proceso, una oportunidad para aprender, para crecer en un sentido muy profundo”.
Tras superar esta etapa, de forma paralela al proceso de reincorporación, comencé a estudiar y experimentar a través del método Feldenkrais y Cristina Moya, una nueva forma de moverme y de pensar. Seguía rompiendo antiguas creencias y despertando a una nueva filosofía de vida, la cual se ve reflejada en mi trabajo.
Al superar este proceso, mi visión hacia la danza cambia, transformando las exigencias de la técnica para experimentar un danza más auténtica y expresiva a través de la danza contemporánea y danza de contacto improvisada.
Evolución que años mas tarde se verá reflejada en la obra de Danza-Teatro, Camille Claudel, la cual interpreté, experimentando todo un abanico de emociones, junto a el dramaturgo Juan Manuel Hurtado y la coreógrafa Paloma Hurtado.
Más tarde comencé con el estudio, la práctica y enseñanza de Yoga guiada por Enrique Moya, cuya base forma parte fundamental de la enseñanza que transmito junto a “El Arte de la Meditación”. Seguido llegó a mis manos la práctica de Kundalini Yoga y Hargobind Sing Kalsa quien me enseñó a experimentar “creer es crear” a través de una escucha directa al corazón.
A este relato de experiencias añado el encontrarme en mi camino con Avihay Avohav, quien me transmitió su conocimiento psico-espiritual el cual considero terapéutico y desde donde trabajo el aspecto transpersonal, mediante sesiones privadas. Yo lo llamo “Viaje a través de la consciencia”.
Las recientes aportaciones a mi equipaje profesional vendrán de la mano de Javier de la Sen a través de la innovadora disciplina de la Neurodanza.
A todo le sumo una nueva vía de expresión que se abre para mi a través de la Pintura, junto a Mela Villalta, mi profesora. Ella me acompaña en este nuevo camino en donde puedo plasmar en la pintura la plasticidad y organicidad del movimiento.
Comienza una nueva Etapa Creativa en donde todo se nutre entre sí, un círculo en perfecta armonía compuestos por elementos como la danza, el movimiento consciente, el canto, la pintura y las emociones que son la fuente de todo movimiento.
Mis sesiones tienen una visión muy personal y con una gran influencia de todo lo que la danza me aportó, naciendo una nueva forma de relacionarme con el cuerpo, la mente y el espíritu, desde la Verdadera Naturaleza del Ser.
“Transmitir mi forma de sentir el movimiento es el mayor placer concedido”
Junto a mi querida hermana, Natalia, he transitado este largo y enriquecedor camino. Gran compañera que representa ese otro yo que a veces no encontramos dentro y la vida nos lo muestra y proyecta fuera. Y como fruto de nuestra complicidad y unión, nace nuestra propia Filosofía de Trabajo y de Vida a la que llamamos:
MOMANA – MOVIMIENTO MAS NATURAL
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